martes, 27 de mayo de 2008

Cuernos del diablo


















Miraba por la ventanilla. Inquieta: cruzaba las piernas, se reacomodaba en el acierto, abría la cartera, revisaba el celular, se acomodaba los anillos de formas estrafalarias, el aro rojo brillante que le deformaba la oreja.

En cada movimiento se asomaba un nuevo tatoo, en brazos, manos, cuello. Se puede sospechar que hay por demás en las distintas partes del cuerpo.

Se calzó las gafas. Se puede suponer una lágrima que la traicionaba.

Los movimientos eran rituales alejando males.

La ornamentación exagerada opacaba la sensibilidad.

La mayor distracción era la media cola de cabellos, que desnudaba los cuernos de diablo.






1 comentario:

José Ángel Corona dijo...

Pues, de que algunas personas tienen cachos, pues tienen!

jejeje! un buen relato, corto, y con las palabras justas para armas la escena.

Nos vemos!