martes, 27 de mayo de 2008

Cuernos del diablo


















Miraba por la ventanilla. Inquieta: cruzaba las piernas, se reacomodaba en el acierto, abría la cartera, revisaba el celular, se acomodaba los anillos de formas estrafalarias, el aro rojo brillante que le deformaba la oreja.

En cada movimiento se asomaba un nuevo tatoo, en brazos, manos, cuello. Se puede sospechar que hay por demás en las distintas partes del cuerpo.

Se calzó las gafas. Se puede suponer una lágrima que la traicionaba.

Los movimientos eran rituales alejando males.

La ornamentación exagerada opacaba la sensibilidad.

La mayor distracción era la media cola de cabellos, que desnudaba los cuernos de diablo.






jueves, 22 de mayo de 2008

La ventana (Postales familiares)























Sillones verdes de fría cuerina albergan los pesares de muchos que pasan a diario. Hacen hundirse incómodamente, quitando movimiento a los cuerpos doloridos que se posan ahí.

Varias grietas en los techos muestran los años pasados.

Paredes revestidas en madera que anticipan el ataúd por venir.

Los mismos cortinados amarillo, gastados y grisáceos.

Llovía afuera.

Silencio rancio.

Miré hacia la ventana, en este recorrido melancólico casi inconsciente.

Ahí me ví. Afuera, era invierno. Esperando ansiosa y con lágrimas en los ojos que alguien conteste y pedir que por favor el doctor vaya a ver rápido a mi abuelo, porque estaba muriendo.

Otras son las lágrimas que vuelven a mis ojos. No son las de esa niña que estaba por perder al primer ser más amado.

Después vinieron otros.

Ese hombre alto, fuerte, casi inexpresivo que nunca dudo en ponerse a jugar conmigo, en hacerme bromas en las que se diluía el tapiz pétreo que lo recubría.

Yo sabia de su corazón tierno.

También supe de ese secreto que le prometí guardar, y no lo hice de aquella vez que empezó a perder su memoria. Volvíamos de remontar un barrilete, unos meses antes que los años lo derrumbaron en esa cama y en 15 días acabaron con el. No podía apartarme de su lado.

Intentaba comprender de que se trataba la muerte. Todavía hoy no la entiendo y le temo cuando se me acerca.

Me mandaron por el médico. Hubiera querido estar ahí en el instante mismo que se llevaría con él las tardes de plaza, los caramelos, los cuentos en su italiano salpicado de mentiras que nos hacían reír.

Su foto sigue estando siempre en un lugar preferencial en casa. Y por siempre va a tener ese lugar en mí, sacándome una risa tierna y esas lágrimas de extrañar, remontarme a recuerdos felices que endulzaron mi infancia.

martes, 13 de mayo de 2008

Paseos (Escena de la vida porteña)














Miro el reloj, ya era la hora de mi paseo matutino por la avenida. Es viernes y hay un poco más de gente en la calle, y eso me es agradable. A veces puede ser aburrido no salir del barrio, siempre las mismas caras, las mismas personas.

Mi andar es lento, cansado, arrastro un poco los pies. Mover así la cadera para caminar me saca ese toque de macho que siempre tuve, pero ni remedio. Ya no tengo ni una perra que me ladre.

Andar me mantiene vivo y de buen humor y al volver me duermo una linda siesta para reponerme de la fatiga.

Cuando pasa alguien que no es del barrio, me mira fijo buscando si viene alguien conmigo, algunos me preguntan si estoy perdido. Yo sigo indiferente. Excepto que alguna bella señorita joven y pulposa venga con ganas de mimarme. Ahí pongo cara de indefenso para que me acaricie y hasta me dejo devolverme a casa.

Llego al cordón. Cuento hasta tres y empieza mi juego. Cruzo la calle para un lado y sin llegar a destino, pego la vuelta y cruzo en diagonal para la avenida porque ya cambió el semáforo y los autos frenan. Me paro en medio, miro atrás, pego la vuelta. Me quedo quieto y giro y me voy al otro lado. Las bocinas suaves acompañan mi paso lento.

Cuando me canso de reírme como los automovilistas, colectiveros, motociclistas, ciclistas y de cualquier tipo de conductor de un medio de locomoción, porque esperan que decida mi camino y que suba a la vereda con infinita paciencia.

Estos cretinos respetan más a un perro viejo que a un anciano con bastón.

(Al perro de Ibera y Constituyentes, marrón y muy feo)

lunes, 12 de mayo de 2008

viernes, 2 de mayo de 2008