domingo, 10 de agosto de 2008

Velador


















La gente común no tenemos enemigos. Eso es patrimonio de quienes detentan algún poder.

Nosotros tenemos personas que no nos simpatizan o viceversa.

Cuando tenia menos de diez años, había una nena de la vuelta de mi casa que se llamaba Isabel. Jamás supe porque me tiró de la bici.

Para esa época, en mi mesita de luz había un hermoso velador que tenia cara de payaso. Era de goma.

Me gusto desde que lo trajeron para alumbrar el pequeño cuarto que compartía con mi hermano.

Nunca me imagine que detrás de esa sonrisa simpaticona se escondía la malicia.

Era a mí. Solo a mí a quien asustaba. Disfrutaba de darme pequeñas descargas eléctricas cada vez que osaba prenderlo por las madrugadas para que ilumine mi camino al baño.

Hubo veces que mi manito debía tantear varias veces la hostil perillas que me evitaba.

Creo que estaba en complicidad con el payaso.

Se dejaba atrapar solo para propinarme el castigo y luego continuar durmiendo los dos.

Nunca lo odie. Me gustaba a pesar de su insistencia en tratarme mal.