La gente común no tenemos enemigos. Eso es patrimonio de quienes detentan algún poder.
Nosotros tenemos personas que no nos simpatizan o viceversa.
Cuando tenia menos de diez años, había una nena de la vuelta de mi casa que se llamaba Isabel. Jamás supe porque me tiró de la bici.
Para esa época, en mi mesita de luz había un hermoso velador que tenia cara de payaso. Era de goma.
Me gusto desde que lo trajeron para alumbrar el pequeño cuarto que compartía con mi hermano.
Nunca me imagine que detrás de esa sonrisa simpaticona se escondía la malicia.
Era a mí. Solo a mí a quien asustaba. Disfrutaba de darme pequeñas descargas eléctricas cada vez que osaba prenderlo por las madrugadas para que ilumine mi camino al baño.
Hubo veces que mi manito debía tantear varias veces la hostil perillas que me evitaba.
Creo que estaba en complicidad con el payaso.
Se dejaba atrapar solo para propinarme el castigo y luego continuar durmiendo los dos.
Nunca lo odie. Me gustaba a pesar de su insistencia en tratarme mal.
6 comentarios:
Me gustó el tema que tratas, el velo sardónico que le pones. Así serán tantas cosas, tantas actitudes que nos rotulan.
Un placer leerte!
Nos vemos!
Hola, es la primera vez que llegó por acá, chusmeando la gente que le firma a Era Chino...
Quiero conocer los blogs de los que Guille llamaría sus chinos..
Me parecen muy interesantes las cosas que escribís, así que posiblemente esté pasando seguido por acá si no jodo a nadie jeje
Saludos
Que Maravilloso!!!
Esa especie de autoflagelo incontrolable (la descarga que recibías, a pesar de saber que te iba a dar una patada) tiene un dejo de romanticismo. Realmente.
El cumple estuvo bien, naturalmente no respondí ni devolví saludos. Parte de mi personalidad antisocial.
Gracias!
Esos miedos de la niñez se multiplican en los escritores.
Yo tengo los míos. Son una buena cantera para nuestra inspiración.
Besos.
La verdad que genial lo que escribis..Gracias!!!
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